sábado, 6 de diciembre de 2008

AMAZONAS 2008 - 1º Parte

Brasil
La magia del río San Benedito - 1º Parte Muchos años soñé con estar pescando en alguno de los bellos ríos que posee Brasil. Mi ideal era el tucunaré, una especie que es buscada por aficionados de todo el mundo y que rondaba en mi cabeza hace mucho tiempo. Ya de regreso, no alcanzo a describir los momentos vividos, la satisfacción de pescar especies en ambientes maravillosos, y por sobre todo de haber conocido gente fantástica y con quienes aprendí valiosos secretos sobre la naturaleza. Textos Ariel Robledo Fotografías Gerardo Martorina Así como uno se imagina la construcción de un castillo, así se fue gestando mi idea de pescar en alguno de los inhóspitos cursos de Brasil. Pieza por pieza, fuimos construyendo la posibilidad de llegar a pescar al maravilloso tucunaré, un pez que me quitaba el sueño, y con el que me quería encontrar alguna vez. La historia comenzó hace algún tiempo, cuando en Itá Ibaté (Corrientes) nos conocimos con Ruy Façario, conductor del programa Planeta Turismo que se emite en el país vecino. A partir de ese momento fuimos comunicándonos con Ruy, hasta que llegó la invitación anhelada: “Quieres venir a pescar al río San Benedito…”. Inmediatamente le aseguré que allí estaríamos para registrar la belleza y la pesca del lugar. Fueron semanas interminables, pensamientos sobre cómo sería la historia, con qué nos encontraríamos, en fin, todas las locuras que se le pueden cruzar en la cabeza a cualquiera que esté por realizar una aventura similar. Una vez todo coordinado, partimos desde Ezeiza, junto a Gerardo Martorina, quien registraría con su cámara las vivencias. Desde Ezeiza volamos a Brasilia, luego a Cuiaba, y desde Cuiaba hasta Alta Floresta, en el Estado de Mato Groso. La única demora importante fue desde Cuiaba hacia Alta Floresta ya que los vuelos no son frecuentes y tuvimos que esperar la combinación varias horas. El último trayecto fue interminable, a la ansiedad propia, se le sumaban un montón de interrogantes y no veíamos la hora de estar cerca del agua. Llegamos a la ciudad de Alta Floresta cerca de las 15 hs, y cuando bajamos del avión nos recibió una temperatura de 36º. “Estamos más cerca…” pensé, e inmediatamente se acerca Beto, chofer de la posada que nos recibió en el aeropuerto. Primeras palabras con Beto, y miles de preguntas en un “portuñol” en el que los dos nos esforzábamos para que la conversación sea bien fluida. Hasta que el oído se acostumbra, y nuestro vocabulario se adapta, pasan algunos días, lo importante es por lo menos hacer el esfuerzo por comprender lo que nos dicen y saber explicar lo que uno habla. Desde Alta Floresta, hasta la Posada Thaimaçu hay que recorrer 160 km., por un camino que de a poco se va complicando, y que nos insume unas 3 horas de viaje. Afortunadamente, el vehiculo es muy cómodo, y sirve el trayecto para ir indagando la cultura, el pasado y presente de la región, algo que enriquece nuestro conocimiento y nos permite ubicarnos mejor. Alta Floresta, antiguamente estuvo habitada por muchos garimpeiros, buscadores de oro, que desde distintas regiones del mundo llegaban para extraer el preciado metal. Esto llevó a que se tejieran diversas y cruentas historias de la región, ya que eran comunes los asesinatos y robos entre los garimpas. Actualmente la ganadería y la agricultura son las dueñas de la economía, y la paz reina. Mientras viajamos vemos a nuestros costados como lo que fue pura selva hace muchos años, hoy es espacio para pastoreo de animales. Sólo se destaca un enorme y ancestral árbol que es protegido por el gobierno y el cual corrió mucho peligro de extinción debido a su valiosa madera. Cruzamos en balsa el río Teles Pires, curso que cuando se encuentra con mucho caudal es ideal para pescar grandes bagres, obteniéndose récords, con peces de cuero gigantes. Ya caía la tarde cuando arribamos a la Posada Thaimaçu, ya en el Estado do Para. Increíble la belleza del río San bendito que con sus cascadas frente al complejo, genera un sonido que será nuestra música natural durante varios días. Cálidamente nos recibe Eunice Seravali, con quien establecemos nuestra primeras palabras y le manifestamos la admiración por el lugar, y el agradecimiento por la invitación. Al instante se acerca Preto, gerente del complejo, y tras él aparece Natal, nuestro guía durante los seis días de pesca que nos esperan. Inevitable, conversar sobre las especies, los estilos de pesca, preguntas que no terminan y respuestas que cada vez son más interesantes. Natal, quiere conocer los señuelos (iscas) que llevamos, y también los equipos. Especialmente se admira por la cantidad de artificiales que cargamos, y selecciona los de superficie y media agua de volumen chico, ya que las especies de la región prefieren esos tamaños que son similares a su forraje. Tras un reparador baño, nos reunimos en el comedor en donde Rui nos recibe con una sopa de pirañas muy sabrosa y mandiocas fritas. Un dato para tener muy en cuenta es que en Thaimaçu, la mayoría de los productos que se consumen son elaborados en su huerta granja. La importante distancia con el centro urbano más cercano, hace que se deban producir frutas y hortalizas en el lugar, como así también hay corrales con chivos, chanchos, vacas, gallinas, de donde se extraen otras materias primas. Los guías de la cabaña, permanecen durante 24 días al mes y tienen 6 de descanso, y cuando no salen a pescar, deben realizar otras tareas de mantenimiento, por lo que todos colaboran para llevar adelante este emprendimiento. Thaimaçu fue uno de los primeros lodges dedicados a la pesca deportiva en Brasil, y su trabajo logró que se declare al río San Benedito como reserva para la pesca deportiva. Es la única posada sobre este curso, lo que le da una ventaja muy importante, ya que durante todo el año la pesca es muy buena, especialmente en variedad. Durante los meses más lluviosos como diciembre, enero y febrero, el complejo permanece cerrado. Dentro de las calificadas especies que se consiguen destacamos al tucunaré fogo (es en el único río en donde se pesca esta especie), tucunaré paca, trairao, trarira, cachorra, cachara, pacú borracha, pacú payaso, tambaqui, jaú, pirarara, bicuda, matrinxa, y otras de altísimo valor deportivo. Recorrer las fotos de los pescadores que pasaron por Thaimaçu y que se exhiben en el comedor, no hace más que apresurar la cena para ir a dormir rápido y que amanezca el día soñado.

Primer día Durante la noche una torrencial lluvia regó la región. Aquí llueve casi todos los días, a veces de noche y otras durante la siesta. A las 5 de la mañana, el golpe en nuestra puerta, puso en alarma todos los sentidos. La humedad florece tras la tupida vegetación, y las cámaras se empañan por la niebla, y el cambio de temperatura cuando salimos de la pieza, ya que dormimos con aire acondicionado, y al salir nos golpea el calor. Después, con el correr de los días mientras desayunábamos poníamos las cámaras afuera para que se adaptaran a la temperatura ambiente. Un desayuno bien completo, suculento, para estar solo concentrado en la pesca durante todo el día es lo primordial. Natal nos aguarda cerca del río con todo listo, son las 6 de la mañana y el sol promete estar bien ardiente en las horas del mediodía. Fundamental ropa liviana y larga, especialmente camisas y pantalones de secado rápido, y gorras que cubran la nuca y las orejas. Buen protector solar, anteojos, y muchas ganas de pasarla bien. Antes de partir, vemos movimientos de peces cerca de la costa, y cuando le consultamos al guía, nos lleva para que el corazón comience a latir más velozmente. Cientos de pacúes de todos los tamaños, nadan en las transparentes aguas, y cuando le acercamos un poco de pan, el torbellino en la superficie nos deja sin palabras. Un espectáculo que nos da la bienvenida y que nos permite emocionarnos bien temprano. San Benedito Este curso de aguas claras tiene una extensión de 255 km., con sectores de correderas, salidas de lagunas y pequeños afluentes, su profundidad varía entre los 4 a 12 metros. Esta temporada del año, el río de mantiene bajo, y su mayor nivel lo alcanza durante mayo y junio, meses ideales para pescar otras especies y grandes bagres. Para esta salida contamos con equipo de spinning liviano y pesado, cañas Feenwich Eagle GT y Okuma que van de 10 a 20 libras, con reeles Penn Captiva y Okuma Stinson cargados con multifilamento del 0,22 mm y también con nailon 0,31 mm. Lo ideal para estos ámbitos es llevarse tres equipos de diferentes potencias para cubrir las distintas especies. Las cañas y reeles que llevamos serían aptas para las especies menores, pero para los grandes bagres se tornarían muy inferiores. Navegamos unos 30 minutos, el aire fresco durante el viaje nos engañaba, porque cuando se detuvo la lancha se sentía el calor húmedo. Por suerte estaba un poco nublado. Ingresamos a la primera laguna, y el objetivo eran los tucunarés. La pesca de esta especie es muy técnica, suele habitar lugares de muchos palos, vegetación semi sumergida, y piedras. Las aguas son calmas, y el silencio solo se interrumpe por las miles de aves que con sus alborotados cantos llenan de mística el aire. Los primeros lances suelen ser fallidos, la distancia no es la ideal, y el sueñuelo no va donde la mente le dice… Después el pulso se afina, gana en precisión, y eso me hace sentir más cómodo, y al baquiano también lo alegra, ya que él nos indica los sitios posibles, pero somos nosotros los que debemos hacer viajar el artificial hacia el destino indicado. Para estas primeras pruebas, elegí un Spinner bait de Alfer´s. Un artificial que gusta mucho en la zona, y con el cual se consiguen buenos piques. No se veía mucho movimiento, y Natal, me indica que volveríamos al río, que tenemos miles de ambientes para pescarlo. Esto me reconforta, ya que no eran mis lances los que estaban fallando, sino la ausencia del pez el que no nos daba la primera alegría. Navegamos unos 5 minutos, mientras la lancha se desplaza, miro la costa, trato de adivinar el territorio de los tucunarés, es parte del juego, es parte de la estrategia adivinar donde se esconden estos peces. Vemos algunas correderas y pienso en el dorado… pero estamos lejos… aquí no habitan dorados… Llegamos a un lugar en donde la corriente pega contra unos palos y se forman “vacíos de agua”, sitios en donde el río parece muerto. “Ahí, entre los palos, hay un tucunaré…” me avisa Natal con algunas palabras en castellano y otras en su portugués innato. Miro el lugar, trato de verlo al pez, pero se hace imposible… Un pequeño borbollón, me pone en alerta y dejo que mi mente vea un tucunaré bajo esa maraña de palos y ramas. Hago volar mi señuelo y lo meto en un pequeño huequito entre dos palos. Lo comienzo a recuperar lentamente, y siento una explosión en el agua y un fuerte tirón en la caña. “¡Pique!” dice Natal, y mi primera oportunidad que se escapa. ¡El corazón casi se me sale por la boca! Intento tranquilizarme, y a la vez pienso “En estos lugares habita mi presa…”, ahora ya me estoy orientando. Centímetros más adelante veo un accidente similar, muy sucio, impensado para meter un artificial, y hacia allí lo hago volar… a todo o nada. Dos vueltas de manivela, y el sacudón frenético curva mi caña. “¡Pique!, ahí está…” grito, y el nailon que se enreda entre el palerío con la fuerza del pez en el extremo que busca refugio. “Tranquilo, vamos a sacarlo…” me dice el guía, y yo que intento ver el recorrido del nailon entre los palos. Fue un pique brutal, rápido, sin tiempo a nada, e inmediatamente la búsqueda de los obstáculos para el pescador y de salvación para el pez. Después de algunos minutos, logramos desenredar el nailon, y el pez que una vez liberado sale hacia el medio del río, y vuelve a buscar la costa. Tiene todas las mañas, y posee toda la fuerza para hacerme equivocar. Pero el anzuelo está bien prendido, y mi pulso se tranquiliza cuando veo que lentamente se entrega a mis manos. ¡Belleza pura! Grito, y no dejo de agradecer a Dios por este momento. Era el primer tucunaré de mi vida, y se merecía muchas fotos, muchas caricias. Un pez de un colorido imponente, mágico, sin palabras. Dueño de una velocidad y de una fuerza sorprendente. Un abrazo a Natal, y la alegría desbordante que no llego a describirla con precisión. “Es una lucha sucia…” me dice Natal, en referencia a los ambientes en los que siempre está este pez aguardando el paso de sus presas. Mucha felicidad, y por supuesto, la tranquilidad de ahora en más de saber dónde debo buscar el pique. Ahí, entre los palos, en los lugares inimaginables, en esos sitios en donde muchas veces vamos a perder señuelos, o en los cuales el nailon no va a resistir el roce contra otros palos. A medida que transcurre la mañana los lances van ganando en precisión, y mi confianza se acentúa. Trabajo el artificial a distintas velocidades, buscando siempre sitios complicados, sucios. Esta pesca es magnífica, porque uno sabe que si deposita el artificial correctamente, el pique puede sucederse de manera inmediata. El spinner bait, tiene la gran ventaja de que el anzuelo se encuentra hacia arriba, y por lo tanto es muy difícil que se enganche de los palos. Sacamos varios tucunarés por lo que la alegría era desbordante, incluso muchos los pescamos con señuelos de superficie y plop, que sinceramente es un espectáculo conmovedor, ver el ataque desde varios metros de distancia, y el estallido sobre la superficie cuando el pez toma con su gran boca el señuelo, algo que para quienes aman la pesca se graba a fuego.

Continuará…. Thaimaçu Lodge sobre la margen del río San Bendito, ofrece alojamiento para 32 pescadores, con habitaciones y baño privado, aire acondicionado, servicio de lavandería, pensión completa con bebidas, lanchas amplias y cómodas para dos pescadores con refrigerio.
Consultas: 00 55 66 3563 20 55
thaimacu@thaimacu.com.br http://www.thaimacu.com.br/ También consultas por servicios de pesca en Brasil, Ruy Façario, Programa Planeta Turismo: diretoria@planetaturismo.com.
Para tener en cuenta: - Indispensable ropa liviana, clara, de secado rápido, gorras que protejan la nuca y las orejas. - Buen protector solar - Anteojos para sol - Repelente, si bien no hay muchos insectos, nunca está de más. - Varios pares de calzados livianos. - Traje de lluvia - Adaptadores para cargar baterías de cámaras o fotográficas, ya que en Brasil la ranuras de los enchufes son chatas y paralelas. - La posada utiliza grupos electrógenos de 110 volts.
Por otras sugerencias: arobledo@edicionesnativa.com.ar