lunes, 23 de marzo de 2009

CERTAMEN NACIONAL DEL SURUBI SANTAFESINO

Santa Fe
Certamen nacional del Surubi Santafesino
Se llevó a cabo con total normalidad y un marcado éxito la 4º edición del Certamen Nacional de Pesca del Surubí Santafesino. 167 embarcaciones y sus respectivos tríos de pescadores estuvieron en busca del tradicional “Toro” del Paraná y disfrutaron de un sinnúmero de actividades que le dieron color a la competencia.
En esta oportunidad, hubo equipos de nueve provincias. El acontecimiento comenzó el viernes, a las 21, con el corte de cinta en el parador Triferto Costa Este. Allí estaba dispuesto el escenario mayor del Surubí Santafesino. Tras la presentación oficial, se presentó en sociedad La Canción del Surubí, que interpretó Diego Amer. Luego se procedió a la elección de la reina, organizado por Verónica Acosta.
El desfile de las candidatas se extendió hasta las primeras horas del sábado y finalmente se eligió a la nueva soberana del surubí santafesino: Lucila Sosa, de 21 años, nacida en nuestra capital provincial. A las 8 en punto del sábado, se procedió a la impresionante largada de las embarcaciones, donde el cuadro principal fue el colmadísimo Puente Colgante. Las familias apostadas allí saludaban a su paso a las cientos de embarcaciones. En total, se capturaron 35 surubíes y la pieza mayor midió 105 centímetros.
Por conjuntos, un equipo de nuestra ciudad se adjudicó la Copa Challenger del Surubí, con tres capturas.
Finalmente, la entrega de premios se realizó en el predio ferial municipal, donde se agasajó a los visitantes con un exquisito asado con cuero. Pieza mayor: 1º Guillermo Trom, de Santa Fe, 105 cm.; 2º José Alesso, 104 cm.; 3º Eduardo Jozami, 98 cm.
Por equipos: 1º Cristian Hagge, Abel Lainatti y Carlos Pérez, con tres piezas, 207 puntos; 2º Norberto Medone (h), José Luis Brusco y Norberto Medone (p), tres piezas, 166 puntos (“Peña Amigos del Río”); 3º Ricardo Farías, Marcelo Galanti y Rubén Torrenes, tres piezas, 160 puntos (“Peña Fénix”).

sábado, 14 de marzo de 2009

ITA IBATE – YAHAPE – ITATI : Pesca en Paraiso

ITA IBATE – YAHAPE – ITATI

VACACIONES EN PARAISO
Si pensamos en los grandes trofeos que esconde nuestro Paraná, ya sean el dorado, el surubí o el pacú, son especies que muestran su mayor actividad cazadora en la temporada estival, por lo que desde la apertura de temporada hasta entrados los primeros días de mayo es el momento ideal para disfrutar de los mejores pesqueros del alto Paraná.

Por Mario D´Andrea

Como todos los años hablé con mi amigo Daniel Teitelman, de Cabañas Puerto Paraíso, para hacer un seguimiento en algunos de los principales pesqueros del alto Paraná, con la ventaja de contar en cada uno de estos puntos con la logística y la calidad de servicio de Puerto Paraíso. En esta oportunidad las condiciones del río eran muy diferentes a otras, lamentablemente, como todos sabemos, la cuenca está atravesando por una de las bajantes más pronunciadas de los últimos años, lo que nos generaba dudas sobre lo que podría llegar a suceder. Aunque muchos piensen que con estas condiciones los cardúmenes son más fáciles de encontrar, debemos tener en cuenta el calentamiento del agua, la falta de correntadas en las canchas que estábamos acostumbrados, entre otros factores. Por otro lado, tenía la oportunidad de concretar una experiencia inigualable, en condiciones con las que nunca me había topado. Para ponerle un condimento más, en esta ocasión me acompañaba mi familia, así que el objetivo no era sólo pescar, sino también disfrutar de uno de los lugares más lindos de nuestra Argentina. Siempre les contaba de mis aventuras en estos sitios y ahora tenía la posibilidad de que ellos lo vivan en carne propia.

ITÁ IBATÉ

Llegamos a Itá Ibaté a media tarde y, como es costumbre, nos estaban esperando con todo listo. Una vez que nos ubicamos, bajamos a la playa para ver el majestuoso río y esperar el regreso de las embarcaciones para conocer las noticias que traían. El sol prácticamente ya había bajado en el horizonte cuando llegó la primera lancha, las caras de los tripulantes no eran muy alentadoras, pero la realidad era muy diferente: cuando se acercaron vimos un hermoso cachorro de unos 20 kilos, que en la última pasada les había quitado el aliento. Para mi sorpresa al hablar con los guías me decían que, si bien no era fácil, por día tenían muchos piques, tanto con carnadas como con señuelo y con un poco de paciencia todos los que salían tenían su chance. El panorama era por demás de alentador y lo confirmaba otra lancha de la cabaña, en la que se habían devuelto un par de dorados de muy buen tamaño. Arreglamos con Juan, uno de los hijos de Daniel, que saldríamos a primera hora de la mañana para aprovechar el fresco e intentar suerte para que los chicos tengan una experiencia diferente. A pesar de que eran las 6:00 de la mañana, apenas les avisé a Bruno y Franco para que se levantaran, saltaron de la cama sin el más mínimo problema, ansiosos por salir a pescar. Bajamos a la playa y nos estaba esperando Lucas, el hijo menor de Daniel, que también se sumó a la salida, así que era exclusiva de chicos, mientras Luque y yo sólo seríamos espectadores. Nos dirigimos a la “cancha dorada” que está a minutos aguas arriba de Punta Gallino, que era donde se estaban dando algunas capturas de surubí. Armamos dos equipos para no dificultar las pasadas con una vara Feenwich GT de 25lb con reel Abu y multifilamento de 0.22 y otra vara Five Star de 25lb con reel Quantum con monofilamento de 0.40, como para ver en esta oportunidad qué era lo que mejor funcionaba. Al llegar a la cancha ya había unas quince embarcaciones pasando señuelos y unas cinco o seis intentando con carnada; le pregunté a Luque, el guía, por si había algún color en especial, ya que sucede en algunas oportunidades que el color del señuelo hace la diferencia y, como lo suponía, el verde atigrado era el que mejor estaba dando resultados. Largamos los señuelos y para mi sorpresa comenzamos las pasadas en diagonal aguas arriba; por general la mayoría de los guías lo hacen aguas abajo para buscar al surubí. Confiando en la pericia de nuestro guía esperamos los resultados, una y otra vez pasábamos sobre la cancha cambiando cada pasada metro a metro en busca de los peces; al no tener resultados decidí cambiar el señuelo, las demás embarcaciones se fueron en busca de otras zonas, ya que hasta el momento corrían con la misma suerte que nosotros, pero mi guía se tenía fe, tarde o temprano vamos a pegar uno, la pesca de estos trofeos es así, la paciencia es la que mejores frutos da y, si bien en ocasiones es tedioso el trolling, la recompensa puede ser muy buena. Cerca de las 11:00 los chicos ya estaban un poco impacientes pero, justo en el momento en que pensaba regresar, la caña de Franco acusó el pique esperado. Después de aguantar la primera embestida le cedí la caña para que lo pelee. La lucha no daba tregua y casi como un pescador experimentado poco a poco fue arrimando el pez, un hermoso cachorro de algo más de 20 kilos. Los gritos de mi hijo eran increíbles y, como padre, estaba tocando el cielo con las manos, si bien como pescador es lindo ver estos peces, como padre el ver a mi hijo disfrutar con la misma pasión que lo hago yo era la frutilla del postre. Una vez agotado, vimos que había tomado el señuelo con la boca, lo que apenas dejaba ver la paleta fuera de ella, aprovechamos para arrimarnos a la costa para hacer unas buenas fotos y devolverlo rápidamente al agua. Sólo bastaron un par de horas para que el Itá Ibaté nos regalara nuestro primer gran trofeo, así que ya era muestra suficiente del excelente momento que está atravesando este tramo del río. Como por la tarde llegaba un grupo grande de pescadores, Daniel nos invitó para ir al otro hotel que está en Yahapé, en el que nos estaba esperando Francisco. Cuando llegamos quedé sorprendido de lo lindo que estaba, todo perfectamente ordenado y una picada servida para disfrutar del atardecer sobre el Paraná. Coordinamos para salir al día siguiente tratando de repetir una buena pesca y, como de costumbre, ya a las siete estábamos en el río con todo listo. En esta oportunidad estábamos sólo el guía Tutuco y yo, ya que los chicos estaban cansados del día anterior. Navegamos aguas arriba unos minutos para hacer la primera pasada y el guía me insistió en que usara un señuelo azul oscuro, lo único que tenía era un Alfer’s negro con naranja y, apenas lo vio, no dudó en darme el ok. Largamos unos 100 metros y con el motor casi regulando, aguas abajo entramos en la cancha. Mientras todavía nos estábamos acomodando siento el sacudón en la caña y, tras eso, la llevada característica del surubí, realmente no lo podía creer, en la primera pasada ya teníamos uno peleando, la fuerza del pez dejaba ver a las claras que se trataba de un excelente ejemplar, la pelea se prolongó por más de 35 minutos hasta ver una gigante silueta en la superficie. En esta ocasión el señuelo había hecho mella en la cola de pez, con cuidado lo izamos y ahora si valía un sapucai, hacía bastante que no tenía el gusto de sacar un ejemplar de semejante tamaño. Para asegurarnos unas buenas fotos volvimos a la costa y rápidamente lo devolvimos, en apenas unos minutos el día ya estaba hecho, para qué más, así que me quedé disfrutando con mi familia lo increíble de este paraje.

El turno de otras especies

Como los grandes ya habían dado muestra de su presencia, decidimos buscar el pacú, ya que este lugar es uno de los mejores para pescarlos. Aprovechamos la oportunidad para refrescarnos en un banco de arena en el medio del Paraná, algo que realmente vale la pena hacer y luego nos anclamos en el medio del río para esperar el pacú. Una vez ubicados Tutuco largó el cebadero y comenzó la espera, la técnica en este lugar es buscarlo en los sectores donde el agua corre con fuerza, utilizando maíz como carnada. Como el agua tenía fuerza armé el aparejo con un plomo corredizo de 80 gramos, mientras el guía usaba uno de 40; a los pocos minutos tuvimos los primeros piques de bogas, lo sorprendente fue el tamaño de las mismas, casi de tres kilos. Tras concretar un par de capturas y ver la frecuencia de los piques, decimos buscar a los chicos para que disfruten de esta pesca. Regresamos al lugar y empezó la diversión, en apenas un par de horas pudimos concretar más de 20 capturas y entre ellas un salmón de casi dos kilos, sin dudas es una de las especies más lindas para pescar. La fuerza que oponían en cada lucha hacía vibrar a los juveniles pescadores y hasta mi señora no aguantó la tentación de pescar un par. Una gran tormenta en el horizonte nos hizo salir apresuradamente del pesquero, así que al día siguiente regresamos para ver si en esta oportunidad podíamos dar con los pacúes. Apenas llegamos en el primer tiro el guía clavó un hermoso salmón de casi 4 kilos, algo que pocas veces se ve y, tras de él, empezó el festival de las bogas, evidentemente el pacú no tenía tiempo de llegar a tomar la carnada por la gran cantidad de bogas presentes, de todas manera la jornada era por demás de entretenida. Como la pesca ya estaba hecha optamos por descansar por la tarde e intentar hacer unas pasadas con señuelo a última hora, con la intención de buscar al dorado, pero una vez más una corrida firme en la caña del guía nos puso mano a mano con otro gran pez, la lucha no daba tregua y por más fuerza que le hacía apenas podía dar un par de vueltas del carrete para luego perderlo nuevamente. Por momentos pensamos que estaba trancado en algún enganche, pero los cabezazos nos mostraban lo contrario; después de casi una hora y media el pez no mostraba síntomas de cansancio, en cambio yo estaba fundido, el sol ya se había escondido y seguíamos sin darnos tregua, hasta que en una de las cinchadas el señuelo zafó, dejándonos con las ganas de ver de qué se trataba. Esto pasa muchas veces y sólo queda en nuestra imaginación lo que pudo haber sido, lo que deja en claro es que aún hoy el alto Paraná nos sigue sorprendiendo, en esta oportunidad ganó el pez en buena ley. Ya con una pesca increíble sólo nos quedaba visitar Itatí, donde está el tercer hotel de Puerto Paraíso, en el que Federico tiene armada la operatoria; en otras oportunidades hicimos notas en este lugar, pero esta vez queríamos comprobar si la pesca era tan buena como en los lugares anteriores. La mañana se presentaba fresca, pero en el horizonte se veía un frente de tormenta que amenazaba con cortar la salida, junto con Fede y Jorge, el guía, decidimos no alejarnos mucho por el temporal. Empezamos los primeros intentos derivando con carnada, algo que todavía no había probado, por lo que era una prueba valedera. Apenas en la primera caída un dorado no llegó a tomar bien la anguila, dejando marcas evidentes en las carnadas, volvimos a repetir la misma pasada y en esta oportunidad Jorge pudo concretar un lindo cachorro. Como al temporal se lo veía cada vez más cerca, decidimos darnos tiempo para intentar con el pacú, que aún no había podido concretar; navegamos aguas arriba hasta la isla Limosna, un lugar clásico de pacú, nos anclamos y comenzó la espera. En un momento, mientras dejaba correr el plomo en el fondo, siento el primer pique y tras eso el cañazo, afirmando el primer pacú del viaje, si bien era un ejemplar pequeño la fuerza que tiene esta especie hizo que soltáramos la lancha para izarlo, volvimos al lugar y casi sin pausa siento el segundo pique, en esta oportunidad se trataba de un ejemplar algo más grande, lo que me puso muy contento, no sólo por el hecho de haber tenido la suerte que ambos piques me tocaran a mí, sino que se notaba la presencia de la especie en la zona. Como decía Jorge, es un lugar que siempre da buenos pacúes, sólo hay que esperarlos, lamentablemente la tormenta estaba cada vez cerca y me hizo acordar a una nota de un par de años atrás, donde nos sucedió lo mismo, cuando no queríamos renunciar al momento de pesca. Mientras empezábamos a ordenar para volver, Fede concretó el tercer pique de pacú, que desafortunadamente zafó del anzuelo. Una vez más Cabañas Puerto Paraíso nos dio la oportunidad de concretar una de las mejores salidas que me tocó vivir, y seguramente en los primeros días de marzo estaré por allí para volver a intentar buscar los grandes trofeos del alto Paraná, con la ventaja de contar con tres de los mejores lugares de pesca, con toda la comodidad y excelente atención de un gran grupo de profesionales al servicio del pescador.



PARA IMITAR

Mientras estamos en Yahapé, un grupo de pescadores conformados por Marcos, Fabián, Fabián Pérez, Mauro, Marcelo y Aníbal de la ciudad de Álvarez, provincia de Santa Fe, no sólo se dieron el gusto de pescar un par de dorados espectaculares y dos ejemplares de surubí soberbios, sino que devolvieron todos los peces al agua y, Marcelo se dio el gusto de nadar al lado de surubí hasta que éste tomó fuerza para regresar a su hábitat. Bravo muchachos, realmente disfrutaron de la pesca en su máxima expresión y le hicieron honor respetándola, devolviendo cada uno de los peces al agua.

CABAÑAS PUERTO PARAÍSO
Itá Ibaté, Yahapé e Itatí. Alojamiento en habitaciones con aire acondicionado, excelente gastronomía, guías profesionales, embarcaciones amplias y seguras.
Tel: (03781) 156 08637
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miércoles, 4 de marzo de 2009

PEHUEN CÓ - Mucha Pesca y Poco Descanso

Pesca en PEHUEN CÓ
Playas tranquilas, médanos, mucha paz, mar argentino, muy buena pesca, pinos y agua, lo encontramos en Pehuén Có, idioma mapuche, donde llamaban Pehuen a la araucaria, o los pinos en este caso y al agua... todo dado para unas pequeñas vacaciones en familia.

Fotos y Texto: Jorge Alberto Escobar.


El 18 de diciembre de 1948 el Poder Ejecutivo de la provincia de Buenos Aires proclamó el decreto aprobando la fundación del balneario con los planos presentados y el nombre propuesto. Esta hermosa localidad pertenece al partido de Coronel Rosales, al sur de la provincia de Buenos Aires, a 80 Km. de Bahía Blanca y a 640 Km. de Buenos Aires. El acceso al poblado se realiza por la Ruta Nacional Nº 3, empalmando con la Ruta Provincial Nº 113/2. Allí con mi familia, Viviana y mis dos hijos Juan y Agustín, nos llegamos en el mes de enero para disfrutar unos días de vacaciones y aprovechar para realizar dos jornadas de pesca en el mar. Fuimos recibidos por nuestros amigos desde hace ya unos años, Martín Dermit y su hermano Mauricio, ambos pescadores de toda la vida de esa zona tan rica en peces. No hicieron falta mayores palabras, Martín nos comentó a Juan y a mí: “mañana salimos tempranito a pescar…”. El canto de algunos pájaros y el despertador obligado nos levantaron y en 5 minutos estábamos al pie del cañón esperando las instrucciones de los guías. A la primera incursión ya se habían anotado gente de Neuquén, Mendoza y La Plata, Miguel Ruiz, Walter Ferreira y Dardo Petersen, con quienes compartiríamos las dos jornadas de pesca de la mejor manera, dentro de un marco de total predisposición hacia dos aprendices de pescadores: esos éramos mi hijo y yo, luego Juan salvaría con creces a quien esto escribe. El primer día el sol estaba a pleno y el mar se presentaba con un leve viento, las olas invitaban a mojarse los pies para ayudar a soltar la embarcación de su trailer. Con la sapienza de los expertos y en dos o tres movimientos el bote ya en el agua rumbeó mar adentro unos siete kilómetros hasta el lugar denominado El Hacha, con unos siete metros de profundidad, canaleta donde pescaríamos durante esa jornada. Algo que destacaba Mauricio, nuestro guía, ese primer día, es que la plataforma marítima argentina se destaca por su gran extensión, pero de pocos metros de profundidad, permitiendo la población de gran cantidad de peces, lo que también trae aparejado que países como España, unas de las principales naciones pesqueras del mundo, se fije en este lugar para enviar barcos factorías. Todo este comentario nos lleva al tema que siempre tocamos en estas páginas, los recursos pesqueros que tenemos y que por desidia de los que tendrían que controlar estamos regalando nuestro patrimonio y el de las generaciones venideras. Y para corroborar la muy buena pesca que había nos faltó aflojar nuestro nailon debajo de la embarcación para poder empezar a tener piques en todas las cañas. Por supuesto que los platenses, con toda su experiencia, empezaron con la delantera y fue difícil alcanzarlos. La especie predominante en los piques fue la pescadilla de un kilo y medio a dos, luego aparecieron las esperadas y luchadoras corvinas doradas y después meros, gatuzos, alguna hermosa palometa, congrios, bagres de mar, brótolas y un pequeño tiburón gatopardo que se devolvió al agua, ya que rige una veda para todas las especies de su género y los denominados “chuchos”, algo parecidos a nuestras rayas del Paraná. Los equipos que utilizamos fueron los que tiene la organización para los que van sin ellos, cañas boteras con reels frontales y rotativos, o sea para chicos y para quienes saben utilizar los rotativos. Volvemos al pique, destacábamos a los platenses pero Juan, mi hijo de 12 años, le agarró la mano a su caña y reel, y me sacó una ventaja de quince a veinte piezas, diferencia que no pudo ser achicada en las cuatros horas que estuvimos pescando. Para no quedarme atrás tengo que decir que saqué aunque sea más especies, pero en cantidad fue paliza. La corriente de la marea acomodaba nuestro nailon a su criterio, no por eso dejamos de tener piques, éste se paró solamente unos minutos cuando la marea cambió de dirección. Pasadas las 13 horas y viendo el guía el horizonte, nos comentó que “en 5 minutos levantábamos nuestros nailon para volver a la costa”, ya que como estaba previsto al mediodía se levantaba viento que iba a mover un poco el mar. En 25 minutos estuvimos en la costa y ahí nos dimos cuenta de la responsabilidad de los guías, ya que los tres chicos que estaban en la embarcación hubieran pasado un mal momento con semejantes olas que llegaron y azotaron la embarcación en la playa. Tal vez los mayores no nos hubiéramos dado cuenta, por el afán de pescar, pero esta gente está habituada a llevar familias enteras mar adentro y saben lo que sucede. Al llegar a las cómodas cabañas nos estaba esperando Agustín, mi hijo de 8 años, que no pudo ser de la partida por un yeso en su pie derecho, y su hermano le relató: “qué buen camarógrafo que es papá pescando…”, sin palabras.
Segundo ingreso
Ya habíamos coordinado con Martín Dermit el segundo día, destacándome y casi ordenándome que llevara a Juan nuevamente, ya que era la carta de triunfo. Este día nos tuvimos que levantar más temprano, porque al lugar elegido teníamos que ir por la espectacular, tranquilísima y pedregosa playa unos kilómetros con la embarcación traileada y luego botarla en una bajada natural, con un paisaje inimaginable. Almejas, mejillones, gaviotas, abundan en las orillas del mar atrayendo a los que caminan por la belleza de cada uno de esos lugares. El lugar elegido fue Punta Tejada, a pocos kilómetros de la base de Punta Alta, en una bahía con profundidades diversas. En esta oportunidad nos acompañaron Hugo Lambertuchi, propietario de Cabañas Los Patos, de Pehuen Có, su hermano Carlos y el hijo de éste, además se sumó a nuestra embarcación Gustavo Arruti, de la casa de artículos de pesca La Boya, de Coronel Dorrego, y Roberto “Bocha” Loydi, anfitrión también de todas las incursiones que hizo El Pato en aquella zona, y no me olvido de decir que el trío platense estaba más calmado gracias a su buena pesca del día anterior, pero buscaba igual llevar sus deseadas presas a la playa. Luego de una breve navegación, el ecosonda nos indicaba las profundidades, de 2 a 3 metros a 14 metros, en ese momento Martín nos comenta que en pocas horas, donde exactamente estábamos, iban a aflorar unos bancos de arena de varios cientos de metros de frente, de un lado a pique y del otro lado playa, sitio ideal para la pesca de lenguados, pero que en esta oportunidad no tuvimos tiempo de buscar esa exquisita especie. Con unas 7 cañas al agua la pesca fue interesante, pero no hubo comparación con el día anterior, se sumaron a las carnadas del día anterior de pequeñas anchoas, filete de pescadillas, de palometa y de calamar, los camarones, langostinos y la saraca, otra especie del mar argentino. Pero la intención de este día fue buscar al esquivo tiburón con carnadas, como la lisa y el calamar, una caña de 90 libras iba equipada con un reel Penn 9/0 y la otra de 80 libras con un Penn 6/0; se probó durante la jornada pero la variada de mar despojaba la carnada al instante y, como comentaban, cuando hay mucha variada no hay ningún tiburón dando vueltas y las pequeñas especias comen tranquilas lo que tienen más cerca. Promediando el día y tratando de evitar el viento, nos fuimos acercando a la orilla probando en distintos lugares la pesca, que esta vez nos fue esquiva, con mejores piezas de corvinas arriba del bote pero con menos piques. Pehuen Có posibilita la práctica de pesca deportiva, surf, windsurf, caminatas, deportes náuticos, kayakismo, cabalgatas, trekking, mountain bike, ecoturismo o turismo paleontológico, un lugar lleno de amigos y de la mejor atención hacia los turistas que elijen este lugar soñado. También un lugar destacado es el yacimiento paleo icnológico, ubicado a 2.500 metros al este de la localidad, con huellas fósiles de 12.000 años de antigüedad que están impresas en la plataforma de la playa que se hallan cubiertas parcialmente por la alta marea, un lugar recomendado para visitar con los chicos. Contentos y satisfechos por pasar unos días en este hermosa villa balnearia de gente trabajadora, como aquellos que comenzaron el paraje colocando lienzos de lana con estacas de tamariscos sobre los medanos para que la arena no avance hacia sus casas y para poder plantar los pinos y eucaliptos añosos que disfrutamos en este momento, con poco descanso muscular pero con una excelente pesca y con imágenes imborrables de un paisaje inmejorable, la familia siempre recordará estas hermosas vacaciones.

RECUADRO
Martín y Mauricio Dermit.
Guías de Pesca Deportiva Embarcada.
Embarcaciones de 7,80 y 8 metros, muy cómodas y seguras.
Equipos de pesca completos.
Servicio de Fileteo y Frisado.
Paquetes de pescadores de 6 a 20 personas. Variedad en Alojamiento.
Tel: (0291) 155 708 209 (0291) 154 064 814 (02921) 497 086