lunes, 16 de febrero de 2009

Tiburones con Devolución - San Blas

San Blas
Tiburones con devolución
Esta es la segunda parte de nuestra visita a Bahía San Blas, y en la cual reviviremos los emocionantes momentos vividos durante la pesca de tiburones, los cuales fueron devueltos a su hábitat, cumpliendo el objetivo que nos habíamos propuesto antes del viaje.
Textos Ariel Robledo
Fotografías Darío Traffano
En la edición anterior, relatamos la maravillosa pesca de corvinas blancas que nos regaló el Canal Culebra, en Bahía San Blas, un lugar que rinde muy bien para esta especie, pero que sin dudas en esta época del año también es un destino elegido por los tiburones para merodear hasta cerca del mes de marzo, momento en el cual deja la bahía para internarse a mar abierto. Esta condición, se torna más complicada, ya que el viento, que en la bahía no es un factor que genere tanto peligro, sí se transforma en una condición muy peligrosa cuando pescamos en mar abierto y a varios kilómetros de la costa. En mi primera experiencia en la pesca de tiburones, tuvimos que pescar en mar abierto, y por el viento nuestra salida se había demorado unos 4 días. Cuando llegó el día de la pesca, eolo se había calmado, y aunque las olas continuaban siendo muy altas, Daniel decidió que pescáramos igual y con mucho cuidado tripuló su barco hasta la zona en donde los tiburones iban a picar. Fue una experiencia fascinante, pero no muy recomendable para la mayoría de los turistas que lo que quieren es pasarla bien y no sufrir tanto.
Un excelente día
Atrás quedó aquella experiencia y por eso la insistencia de Daniel para que efectuáramos la nota en esta época en la cual no es necesario navegar mar adentro. Ya estábamos en El Culebra, y antes de iniciar la búsqueda de los sitios elegidos por los tiburones, decidimos ir hasta una gran lobería ubicada muy cerca de donde estábamos. Una gran población de lobos marinos de distintos tamaños habita este banco de piedras y arena conformando un hermoso espectáculo al que pudimos acceder gracias a la amabilidad del guía. Varios minutos de fotos y filmación, le dieron paso al almuerzo y después partimos hacia el punto de pesca de tiburones, los cuales según el baquiano iban a picar a partir de las 16 hs., momento en el cual se producía un nuevo cambio de marea. Con sucede en la naturaleza, no hay un ciencia cierta que diga que los tiburones van a picar en el cambio de mareas, o cuando el mar está quieto, pero sí la experiencia del guía sostiene que cuando el mar corre, suelen ser más altos los niveles de piques y capturas, y es por ello que elige esta condición para efectuar los ensayos. El día continuaba con una suave brisa del sector norte, pero para la tarde noche estaba previsto un importante cambio de temperatura, con lluvia y viento del sector sur. Ante este panorama, todas las fichas estaban puestas en este día. “Solo necesitamos un par de piques…” comentábamos, mientras que Daniel nos aseguraba que íbamos a pescar bien. No es sencillo cuando uno apunta a una determinada especie conseguir resultados satisfactorios, ya que muchas veces distintos factores ambientales pueden modificar el comportamiento de dicho pez y nuestras ilusiones terminan derrumbándose. Quienes conocemos la pesca, nos maravillamos cada vez más por esta condición, ya que nada nos asegura el éxito del día, y por ello tanta pasión nos despierta la actividad. Arribamos al sitio elegido, y Daniel comenzó con los preparativos. Escogió una lisa entera y le cortó la cola. Después comenzó a enhebrar el anzuelo en tres lugares diferentes, pasando todo el líder por el interior de la carnada. La idea es que el anzuelo pase desde la cabeza hacia la cola. Una vez efectuado el encarne, colocó un plomo de unos 350 gramos, y al anillo del líder le puso un globo. El secreto de colocar el globo es importante ya que no debe desprenderse en cualquier lugar, sino donde el guía desea que caiga la carnada. Para ello lo engancha de una parte en la cual queda seguro, pero una vez que toma la distancia deseada, con un tirón fuerte se suelta. El desplazamiento del globo con el aparejo, se produce debido a la corriente del mar. Una a una fue lanzando las cañas con sus respectivas carnadas, y mientras esperamos el pique de los tiburones, comenzamos a pescar variada que en la zona es altamente productiva. Pasaban los minutos y los piques no llegaban. Daniel serenamente miraba las cañas, y nos comentaba que los piques se podrían dar todos juntos. Es como si por arte de magia los tiburones se deciden a comer y se arma una verdadera revolución sobre el barco. La espera se hizo breve, ya que nuestras cañas no paraban de sacudirse con el pique de pescadillas, chuchos, rayas, corvinas de menor tamaño, y algunos cazones. Entre pique y pique, sentimos el sonido maravilloso de la chicharra de uno de los reeles, el que le correspondía a Marcelo Matinucci. Inmediatamente el pescador de aferró a la caña, y esperó la indicación de Daniel para dar el cañazo. En este sentido es importante destacar que la estrella del freno del reel está floja y el reel está trabado, por lo que antes de clavar debemos ajustar rápidamente la estrella, y recién en este momento aplicar la clavada. La gran pregunta es porqué no deja el pick up abierto con la chicharra puesta como sucede en cualquier pesca a la espera. Daniel nos explicaba que si deja el reel abierto con la chicharra puesta, el peso de la carnada con el aparejo, sumado a la corriente del mar, empujan al aparejo y permanentemente está sonando la chicharra como si fuera pique. De este modo, con el reel cerrado, pero con el freno desajustado, él puede regular la tensión de modo que la corriente no desplace la carnada por el fondo. Dejó Marcelo que el tiburón se entusiasmara con el ofrecimiento, y cuando tomó mayor velocidad cerró rápidamente la estrella del reel y clavó de manera enérgica varias veces. Una, dos, tres clavadas certeras, aseguraron a la presa que desde el otro extremo imponía una potencia hasta ahora desconocida por parte de Marcelo, quien era la primera vez que se topaba con una de estas tremendas bestias. En un momento el pez toma en dirección paralela a la del barco, y el pescador tuvo que acelerar el recupero de la línea para no perder tensión. “¡Esto es maravilloso!” Gritaba Marcelo ante la sonrisa de Daniel que se deleita cuando ve pescar a los tripulantes de su barco. Varios minutos de pura pelea, de tensión, de brazos cansados por la fuerza ejercida para arrimar al pez. La incógnita fue develada cerca del barco cuando vimos aparecer la estilizada figura de un hermoso bacota. La faena se prolongó varios minutos más hasta que vimos que el pez estaba agotado. Lentamente y con mucho cuidado Daniel tomó el líder de acero, le quitó la plomada, y comenzó a acercar al pez hasta alcanzar con su pinza el lugar más cercano al anzuelo Mustad 3406 de fácil degradación que estábamos empleando. Una vez fotografiado, procedió a cortar el líder, dejando en libertad al gran contrincante y por supuesto desatando una locura incalculable sobre el barco. Abrazos, saludos, y la emoción de Marcelo, por la pelea dada, y la liberación ofrecida a este gladiador de los mares que se debe proteger celosamente. “Me puedo volver tranquilo… estoy agotado y muy feliz…” comentaba Marcelo, y quienes todavía no habíamos tenido nuestra oportunidad lo miramos de reojo sonriendo y seguimos aguardando el pique en nuestras cañas. Pasaron unos minutos, muy pocos, y mi caña acusa un ataque, después la de Armando, y los corazones que se aceleraron, y la mirada y los oídos atentos a la caña y a la bendita chicharra. Expectativas, tensión, y Marcelo que miraba al horizonte con una cara de satisfacción enorme. De pronto mi carnada seduce primero y la corrida retumba en la tarde. Tomo mi caña, cierro el freno del reel y clavo varias veces. ¡Lo tengo, acá hay otro! Grito, mientras escucho de fondo el sonido del reel de Armando. ¡Doblete! Dice Daniel, y en segundos todo se tornó locura sobre el Brimano. Lentamente fuimos maniobrando nuestras cañas para que las líneas no se cruzaran, ya que podrían enredarse y sería muy complicada la tarea. Las cañas al límite, y la alegría de todos que entre gritos y adrenalina estábamos cerrando una nota fantástica. Mi presa llegó un poco más rápido al lado del barco, pero la de Armando, se había enfurecido, y estaba exigiendo al pescador de manera notable. He escuchado varias versiones sobre la pesca del tiburón, a alguna personas no les gusta, otras “hablan de oído” es decir nunca tuvieron la experiencia pero se guían por lo que les cuentan; lo cierto es que para dar una opinión valedera debemos pescarlos, luchar, sufrir, esperar, acercarlo al barco. Cada especie tiene su característica, cada pez posee un don especial que lo hace diferente, y en el caso de los tiburones la pesca tiene una mística muy cautivante. Tener dos bestias cerca del barco conformaban un espectáculo brillante. Fotos, algarabía, felicidad desbordante en todos los que teníamos la oportunidad de entablar nuestra batalla con los bacotas. Los acercamos hasta la borda, y primero liberamos al mío, cortando el líder, y después, por suerte el tiburón de Armando no había tragado tanto el anzuelo y Daniel se lo pudo quitar con mucho cuidado. Solo quedaba Carlos Polici con su caña intacta, pero Daniel dijo que esperemos un ratito más, que uno iba a picar. Como si supiera lo que sucede bajo el mar, bastaron unos minutos para que la chicharra del reel de Carlos, sonara y nos llenara de sorpresa a todos. Como siempre digo, cada pez tiene su carácter, y en este caso, el de Carlos parecía tener uno bastante malo, ya que hizo lo que quiso con el pescador. Dio dos vueltas completas al barco, obligando a Daniel a maniobrar la caña y pasarla por debajo de la soga que tenía el ancla. Remontó en contra de la corriente, luego, se desplazó hacia los costados, un verdadero “baile” el que le dio este bacota. Admirados por al intensa pelea, seguimos paso a paso los movimientos de Carlos, hasta que pudimos acercarlo a la parte trasera de la embarcación, y con mucho cuidado, tratamos de fotografiar la cabeza de este enojado ejemplar. Cuando estábamos satisfechos de tantas fotos, lo liberamos, generando un estallido de alegría, y emoción en todos los que compartimos esta maravillosa aventura. Con lágrimas en los ojos, Carlos, agradecía a Daniel y a Dios por los momentos vividos. Preparamos el mate, levantamos el ancla, y con un andar sereno y a pura anécdotas emprendimos el retorno hacia la bahía. Todos habíamos tenido nuestra oportunidad de prender y liberar los tiburones, algo que quedará marcado en nuestros corazones de por vida. Por la noche, Daniel nos agasajó con un sabroso cordero a la parrilla, y fue la despedida de un viaje breve pero muy productivo. Pocas veces se da que en una jornada se puede pescar tan intensamente como nos sucedió a nosotros. La lluvia y el viento sur de la jornada siguiente, terminó de convencernos que en el mar el clima suele darte una oportunidad y debes aprovecharla al máximo, con un guía experimentado, y por sobre todo, escuchando atentamente las sugerencias para no cometer errores que nos dejen con las manos vacías. Nos despedimos de Daniel y su familia, y prometimos regresar en busca de nuevas experiencias en un breve tiempo. San Blas nunca nos falló, y seguramente por ello es tan admirado como pesquero por miles de aficionados de nuestro país. Si usted todavía no vivió esta magnífica experiencia, vale la pena intentarla, hay un tiburón esperando que su sueño se haga realidad.
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Recomendaciones para la devolución de tiburones
En caso de no poder extraer el anzuelo, se aconseja cortar la brazolada de acero. En el caso del gatopardo, generalmente el anzuelo se engancha de la boca. Pero en el caso del escalandrún es muy frecuente que este tiburón se trague el anzuelo hasta el esófago o estómago. Ante esta circunstancia se exhorta colocar en las líneas boyas grandes a una distancia de 25 cm. del anzuelo. Ante la circunstancia de que un escalandrún trague el anzuelo (muy frecuente) se pide cortar la brazolada de acero con una pinza, sin correr peligros. Desde la Fundación Patagonia Natural, a través de la experimentada bióloga Paula Cedrola, se esta fomentando la utilización de anzuelos curvos tipo Mustad 39960 BL o de fácil degradación tipo Mustad 3406 fabricados con terminación de bronce. Los especialistas además recomiendan utilizar nylon de la mayor resistencia posible para evitar el agotamiento del pez y siempre cortar la línea lo más cerca posible de la boca, entre otras significativas sugerencias.
Artículo publicado en Revista EL PATO Nº 152 de diciembre 2008
http://pescatoponline.blogspot.com/

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